La rebelión de los siervos

Vargas Llosa escribió una vez que el sistema no corre peligro, porque no hay alternativa al sistema. Supongo que al que se refería es a este sistema social-liberal, o liberal-social, según se prefiera, porque han sido estas dos ideologías (el liberalismo y el socialismo, ambas en sentido genérico) las que han aportado las bases y principios que conforman el sistema.
Teoría del buque.
En ocasiones el sistema, se ha escorado a babor (socialdemocracia) o a estribor (ultraliberalismo), como también se ha aproado (comunismo) o se ha apopado (fascismos). No siempre estas inclinaciones han sido accidentes; a veces, las condiciones de mar, viento, e incluso la necesidad de rectificar rápidamente el rumbo, hacen preciso empopar, aproar o amurar la nave, para evitar encallar, embarrancar o incluso irse a pique o zozobrar.
Todas las partes del buque forman parte de él, y son necesarias para mantener la estabilidad, pero el predominio excesivo de cualquiera de ellos puede hacernos naufragar. La carga ha de ser estibada de manera conveniente y ordenada en el buque, para que éste tenga: la más conveniente estabilidad, el asiento más idóneo para la clase de navegación que se va a efectuar y que las mercancías incompatibles entre si vayan separadas. Sólo deberemos zallar, cuando sea necesario para seguir navegando.
Vargas Llosa no ve alternativa al sistema porque sólo es capaz de mirar dentro del barco en el que ha navegado siempre. Tal vez, si hiciera una descubierta, reconociendo todo el espacio circundante, hasta donde alcanza la vista, descubriría como en muchos astilleros se anda proyectando y en muchas gradas ya se están construyendo alternativas. Algún día elegiremos en cual embarcar, o embarcaremos en la que haya sido elegida.
El río de la Historia.

La Historia de la Humanidad es el curso desde el caos a la anarquía. No soy anarquista, pero utilizo este término como algo similar al Principio Esperanza de Ernst Bloch.Desde el caos del manantial, el ser humano va haciendo cauce para llegar al anárquico mar. Cuando el terreno se inclina, el caudal es veloz, y el agua avanza con rapidez. En el llano se remansa, incluso se estanca, hasta que la fuerza que viene de atrás le empuja a encontrar nuevos caminos. A menudo, hay que abandonar cauces fallidos. No es el cauce que proyectaría un buen ingeniero, sino el resultado de la orografía y del empuje de las aguas.

A veces, las aguas encuentran un obstáculo que las detiene, que frena la Historia. En esos casos pueden ocurrir varias cosas. Con frecuencia, la propia acción de las aguas en contacto con el obstáculo, consiguen diluirlo, deshacerlo, hasta el punto de que resulta fácil superarlo, y continuar el curso. Pero, en otras ocasiones, la superación del obstáculo hace necesario un proceso de acumulación de la energía necesaria para derribarlo o sobrepasarlo. Entonces, se produce una revolución.

La Revolución dura un instante, es un momento de la Historia. La post-Revolución trata de dilatar ese instante más allá de sus límites. A menudo, aquellos que a quienes les tocó estar cerca del obstáculo, creen que su superación es obra de ellos, que ellos lo derribaron. Se olvidan del empuje que viene de la Historia, de cada una de las gotas que forman el caudal que hizo posible el derrumbamiento.

Proceso de Medievalización.

Desde hace décadas estamos inmersos en un proceso de paulatina medievalización del mundo. La medievalización, como todo proceso histórico, es neutro, ni bueno ni malo. Contiene múltiples elementos, unos buenos y otros malos, según quién, cómo y cuando se enjuicie el proceso. El proceso es complejo, y ahora sólo me detendré en uno de esos elementos que lo conforman.

En el sistema medieval, destaca la institución de la servidumbre, que era una forma de vinculación social y jurídica entre una persona (el siervo) y un señor feudal. Característico de la servidumbre de un siervo era el conjunto de obligaciones consignados tales como la incapacidad del siervo de adquirir o vender bienes raíces, sometimiento a la autoridad política, judicial y fiscal del señor feudal, obligación de prestar servicios militares a su señor y la entrega de parte de su trabajo o producto. La condición de siervo era hereditaria y no podía abandonar su tierra sin el permiso de su señor.

Por su parte el señor feudal era vasallo de un noble de categoría superior, a quien juraba fidelidad , daba asistencia y prestaba servicio militar en su favor, recibiendo a cambio el control y jurisdicción sobre la tierra y la población de su feudo o señorío. La posibilidad de que un vasallo tomara bajo su protección a su vez a otros hombres, que pasaban a ser sus vasallos y él a ser su señor, establecía una red piramidal de relaciones vasállicas, en cuya cúspide se encontraba el emperador, bajo él los reyes, bajo éstos los duques, condes y marqueses (cuyos feudos eran los ducados, condados y marcas), bajo éstos los señores de grandes feudos, bajo éstos sus barones, infanzones, caballeros, escuderos, etc.

La actual crisis financiera y económica, ha puesto de manifiesto, los primeros pasos de una nueva servidumbre, y sobre ella una nueva pirámide de vasallaje. El banco, por un lado, nos permite tener una casa (cobijo, abrigo, seguridad) y, por otro, es elemento fundamental para la supervivencia de las empresas en las que trabajamos (alimento, ropa). A cambio, los nuevos siervos entregamos buena parte de nuestros ingresos derivados de nuestro trabajo, al banco. En esta situación, el banco señorea nuestras vidas.

Poder y Tiranía.

El poder es la única vacuna contra la tiranía. En dosis adecuadas inmuniza; en dosis excesiva, origina la patología; sin dosis, el organismo está desprotegido.

La tiranía la causan el tirano y los que se dejan tiranizar. El poder es ejercicio, pura acción. No se es poderoso porque se puede hacer algo, sino porque se hace efectivamente. Si no se actúa, si no se hace, se renuncia al poder, y el ciudadano se convierte en súbdito.

La cantidad de poder existente en un grupo es constante, lo que significa que si unos ejercen más poder que otros es porque éstos han renunciado a todo o parte del que les corresponde.

Contra cualquier tiranía, es preciso ejercer la parte de poder que se posee; cada ejercicio individual va restando cantidad de poder al tirano. El ejercicio masivo le deja sin él.

Y a por el mar, aunque estemos lejos de adivinarlo.

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